“La palabra educare significa extraer aquello que está dentro. Los valores humanos: Verdad, Rectitud, Paz, Amor y No-Violencia, están ocultos en cada ser humano. Uno no puede adquirirlos en ningún lugar externo, tienen que manifestarse desde el interior. Si desaparecen los valores humanos, la humanidad se destruirá. Nuestra vida misma es el Valor Humano.” Sathya Sai Baba.

(Escucha esta entrada narrada por Inma aquí.)

Vivimos en un Mundo lleno de violencia. Desde los acontecimientos más abrumadores, pasando a los más sutiles y llegando a los que para mí son los más devastadores: los que hemos normalizado.

Cuando estuve en India conecté con Ahimsa (la no violencia), uno de los cinco valores humanos esenciales a cultivar por la humanidad que mi maestro Sai Baba me enseñó.

Al principio me abrumé con tanto trabajo y enseñanza a aplicar. Andaba bastante confusa saltando de un lugar a otro perdiendo completamente el foco. El Universo salió a mi búsqueda cuando escuché  a una mujer sabia decir que cuando eso ocurra en las diferentes facetas de tu vida, centrarse en una sola cosa, poniendo allí toda nuestra energía es lo más sencillo y útil. Los siguientes pasos vendrán solos. Ahí fue donde decidí, supongo que guiada por mi alma, elegir esta virtud entre las cinco: Ahimsa, la no violencia. Ahora sé que detrás de la no-violencia está el amor que como sabes, es mi divina obsesión.

Existen muchos tipos de violencia. Y el humano en su afán de ponerle etiquetas a todo nos ha ordenado perfectamente este mal casi de la A a la Z: física, psicológica, verbal, de género, obstétrica, sexual, económica, religiosa…

Pero no nos olvidemos de lo principal y más importante: quien la infringe, el ser humano, alguien exactamente igual que tú y que yo. Somos capaces de las mayores atrocidades y de las cosas más nobles. La violencia siempre es una elección, una respuesta aprendida que además justificamos en muchos casos. “Es que está cansad@, normal viviendo ciertas situaciones, es por cultura…”

Y ese es el gran desafío del hombre: tomar conciencia, trasformar sus creencias y no responder a la violencia con más violencia.

 

La violencia siempre es una elección.

Tal vez nos creamos víctimas de un sistema que no funciona, ciertamente no hemos elegir el lugar donde nacimos o las circunstancias que rodearon o rodean aún nuestras vidas. Pero lo que he aprendido en mi camino es que nosotros podemos cambiar siempre nuestro destino y realidad. ¿Cómo? Eligiendo responder, creer, alimentar y ver esa parte de ti y cada uno de nuestros hermanos que no es violenta.

Y por favor no me vengas con eso de dónde está Dios, porque Él no tiene nada que ver con esto. Sencillamente porque nada que no sea Amor ha sido creado por Él sino por las personas. Él está ahí para darte la fortaleza, el discernimiento y la salida no violenta a cada situación de nuestra vida que sí lo es. Y para ayudarte a reinterpretar la situación que te está invitando a reaccionar de manera violenta en vez de forma amorosa.

Como primer paso, comencé a observar toda la violencia que nos rodea y hemos normalizado: programas de televisión donde vemos de manera explícita la cara fea del Mundo. Series donde la muerte, el maltrato, la manipulación y humillación son protagonistas. Palabrotas constantes, música con letras horribles, argumentos de políticos llenos de críticas, mentiras y engaños. Informativos donde en el momento más sagrado de nuestro día, el momento de alimentarnos, nos comparten todo lo malo del Mundo. ¿De verdad es esto necesario? Yo creo que no. De nuevo, es una elección.

Tal vez creas que todo esto es exagerado. Y no pretendo hacerte sentir mal, sino guiarte a tomar conciencia del mismo modo que yo lo hice para poder transformar toda esa violencia en Amor mediante nuestras elecciones.

En mi camino he podido “catalogar” la violencia en diferentes bloques:

  • General. Lo que es obvio. Maltrato, asesinato, guerras…
  • Natural. Si observas la naturaleza en sí, vemos violencia. Animales que se comen unos a otros, los que son exiliados y condenados a la muerte por sus semejantes, rayos que pueden dar comienzo a incendios que pueden deforestar grandes hectáreas de terreno, tsunamis…. Pero me gustaría mirar hacia el matiz que hace la diferencia y es que no vemos un dolor o una acción orquestada con conocimiento en estas acciones. Podríamos decir que es la naturaleza siguiendo su curso, cumpliendo ciclos…
  • Hacia nosotros mismos y los demás. Esta es abrumadora. La que consentimos y nos auto-infringimos. Cuando ignoramos y no escuchamos, hablamos en tono despectivo. Cuando vemos violencia y no respondemos defendiendo los derechos de los más débiles, ya sean animales o personas. Tomamos sustancias nocivas, comemos comida basura o tenemos conductas violentas hacia nosotros. Cuando tildamos actos violentos de bromas. Deportes violentos como el boxeo, el bullying…
  • Hacia los niños. ¿Desde cuándo es deporte meterse con los niños esperando que se enfaden para nuestro disfrute o permitir que se duerman llorando “hasta que se canse”? Trata de menores, explotación laboral, abuso sexual… Y aquí elijo sumar el obligar a un niño a dar un abrazo y un beso cuando no lo desea.
  • Sutil. Cuando nos desconectamos de nosotros y no escuchamos nuestras necesidades. Cuando nuestros pensamientos son despectivos. Son energía que tiene un origen (nosotros) y un destino (nosotros u otros). Si pudiéramos ver la energía, todo sería diferente. Cuando nos resignamos ante la vida, creyendo que no podemos hacer nada. Cuando no pedimos ayuda o ayudamos a quien no desea ser ayudado. Cuando no nos mostramos tal y como somos por miedo. Nos negamos aprendizajes, nos saboteamos o juzgamos, no respetamos nuestros límites… Y así podría seguir en una lista infinita.

La violencia hacia los animales

Esta tiene un peso enorme en nuestra sociedad y es una de las más normalizadas. Podríamos comenzar hablando de la caza, justificada con la superpoblación, los zoos justificados por el amor y supuesto cuidado  a los animales llegando a los toros justificados por el amor al animal ya que si no, no sería criado y se extinguiría. El ser humano tiene una maravillosa capacidad para negar lo obvio con tal de justificar sus actos. Ahí llegamos a la incoherencia…esa cualidad que un día mi Ser Interior me dijo que abrazara “porque la mayor parte del tiempo vivimos en ella.”

Comer animales es violencia. Tal vez tú no lo creas porque vas al súper y coges tu bandeja de carne preparada directa al plato. Pero no hace falta pensar mucho para saber que se trata de un ser vivo al que le quitaron la vida sin su consentimiento para cubrir el exceso de sobrealimentación humana. Esta sería la máxima expresión del: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Porque el ser humano está programado para respetar la vida, no para quitarla. Nadie se comería un animal si antes de matarlo pudiera mirarlo a los ojos.

Mi maestro me enseñó que la calidad de nuestros pensamientos y nuestro ruido mental dependen de los alimentos que tomamos. De nuevo el: somos lo que comemos. Es increíble como mi visión general de la violencia se ha transformado y consigo ser menos violenta a nivel de pensamientos hacia mí misma (sí, durante mucho tiempo fui mi peor verdugo) al dejar de comer animales.

La naturaleza es violeta, el león come carne dicen muchos. Y ahí tenemos una clave. No somos animales, somos seres humanos. Cultivar esos valores es lo que nos hará pasar de ser animales racionales a humanos conscientes. Si no puedes o deseas dejar de ingerir animales, al menos puedes darles las gracias cuando los ves servidos en tu plato y tomar conciencia de que es un acto violento aunque ahora mismo no puedas, quieras o sepas ocuparte de ello. Y de nuevo, cero juicio, porque eso, sería también violento.

Muchas personas se sienten superiores a ellos, a nuestro servicio en la cadena de evolución y alimentación. No olvidemos nunca que ellos actúan por instinto, nosotros por elección.Conecté con una profunda compasión hacia todos los seres vivos y no solo  a los que nos comemos habitualmente. Este no es un post para promover una alimentación vegetal, ni mucho menos, tan solo te hablo desde mi experiencia personal.

Nadie se comería un animal si antes de matarlo pudiera mirarlo a los ojos.

Durante mucho tiempo me castigué (era violenta conmigo) por no ser capaz de llevar una dieta vegetariana. Entonces leí de Madre Meera (maestra espiritual nacida en India) que si dejas de comer carne para no infringir sufrimiento hacia los animales y sufres, igualmente sigue habiendo violencia. Aquí podríamos caer en el juego de la mente de darte razones para no dar el paso, más quiero dejar claro que este no es un post para que te hagas vegetariano.

Escuchar nuestro cuerpo y sus necesidades es una maravillosa práctica de no-violencia. Siento en lo más profundo de mi ser que en la evolución del ser humano dejar de comer alimentos de origen animal supondrá un gran cambio y éste se dará de forma natural y progresiva, más todo llega en su momento. Mucha compasión, humildad y respeto en nuestros procesos.

Junto al hecho de comernos a nuestros “hermanos menores” como dicen en algunas culturas y formar parte de actos violentos hacia ellos ya mencionados, sumamos la destrucción de hábitats y abandono del cual no diré que no somos conscientes sino que en muchos momentos elegimos no mirar, tenemos la experimentación animal a nivel farmacéutico y cosmético.

Te dejo el video “Save Ralph” de Humane Society International creado para concienciar sobre este tema que te ofrece todo lo que necesitas saber. Tranquil@, a pesar de todo, es apto para todos los públicos.

¿Por qué somos violentos?

Sencillamente porque estamos muy separados de nuestra esencia: el amor. Esa separación son las circunstancias de vida, crianza, miedos, realidad vivida y la falta de educación en valores. Coge a dos niños exactamente iguales (aunque esto es una utopía ya que cada alma lleva impresa en su interior una serie de vivencias que la condicionan a  actuar de un modo u otro) y pon uno junto a una familia amorosa rodeada de amor y otra en un país bélico donde desde que nacen ven y viven violencia en hogares desestructurados. ¿Qué crees que pasaría?

Somos violentos cuando no somos capaces de gestionar nuestras emociones. Aquí entra en juego la importancia de la educación e inteligencia emocional, completamente ausente de la educación reglada. (Al menos en España).

Lo curioso de todo es que en pleno siglo XXI  nos preguntamos por qué somos tan infelices. Sin darnos cuenta, hemos cerrado nuestros corazones para no sentir tanto dolor y violencia como acto de supervivencia. Como seres humanos estamos programados para respetar la vida y ayudar, no para infringir dolor. Abrir de nuevo el corazón duele, pero porque sentimos todo eso que hemos normalizado y no tiene razón de ser y siento decirte que es la única manera de cambiar las cosas. Al abrirte percibirás el dolor externo y liberarás el guardado. ¿Dónde crees que había ido todo el que viviste y acumulaste? Liberarlo significa sentirlo. Ser un simple canal de eso que nunca te perteneció para permitir que te transforme, pero no te asustes, en la sanación siempre hay regalo. También sentirás el amor, todo el que hay en el mundo, encerrado bajo tanto dolor en el corazón de los demás. Agudizarás tanto tus sentidos que serás capaz de ver esa llama que es el amor y que nada puede extinguir en todo y todos. Y nacerá la compasión. La elección está en tus manos.

Somos violentos porque volcamos nuestra frustración en otros. Esa sagrada ira que bien canalizada cambiaría nuestro mundo. El mensaje de la frustración es la invitación a buscar los recursos que necesitas para transformar tu realidad. Porque siempre hay una salida.

Como dice UCDM todo en esta vida es un acto de dar o buscar amor. Y doy gracias cada vez que la vida me pone en el primer supuesto o me permite elegir, aunque esto suponga un desafío  a veces ya que tengo que transformar mis propias creencias o reacciones automáticas.

Cuando me doy cuenta de eso conecto con la responsabilidad de entregar ese amor de la forma más adecuada teniendo la absoluta certeza que no es casual que ahí me encuentre, tomando conciencia de los cambios que un pequeño gesto puede significar en nuestro entorno.

Desde un punto de vista espiritual, escogemos todas las experiencias de vida. Incluso a veces escogemos ser “el malo” para experimentar en su máxima expresión eso que no es amor, transformarlo y volver a él. Incluso para aprender a recibir esa ayuda amorosa y benevolente de la que ya hemos hablado.

 

Acompañemos a nuestros hijos y amigos a cuestionar estos temas, qué es violencia, cómo responder ante ella y cómo gestionarla si se sienta a nuestro lado susurrándonos al oído un venganza perfecta. Como ya he dicho, actuamos muchas veces con violencia como gesto de poder ante una frustración o porque sentimos que es la única salida. Nuestro dolor y heridas nos hacen violentos.

Las cosas conseguidas a través de la manipulación o imposición van en contra del Dharma (la acción correcta, otro maravilloso valor humano del que os hablaré otro día). Utilizamos la violencia como acto de poder externo. Ante esa sensación de impotencia, incapacidad, frustración o inferioridad polarizamos nuestro potencial, ejerciendo una fuerza que nos aleja de esa compasión, amor y no violencia para conseguir eso que creemos no podemos atesorar de otro modo. Es una inmensa petición de amor, un grito sordo al  no saber pedir eso que sentimos merecemos o nos corresponde movidos por la sagrada ira.

La violencia siempre es una respuesta a algo que sentimos  no podemos conseguir a través del amor.

Toda violencia externa es un reflejo de todos nuestros demonios internos. Darnos cuenta de esto y tomar responsabilidad de nuestras emociones en primer lugar, nos ayuda  a transitar la vida en general y nuestros procesos en particular de manera más pacífica. La respuesta siempre es la que nos trae paz, no la que nos pueda dar la razón. Y a veces, solo a veces, ambas van de la mano.

La violencia se corrige con educación y valores. Tenemos que acompañar a nuestros hijos y semejantes a mirar y reinterpretar esa violencia. Mirar a otro lado jamás es la respuesta. Y para ello primero, tendremos que mirar nuestros propios demonios. Ningún acto te pedirá tanto coraje.

“El Amor (Prema) como pensamiento es la Verdad. El Amor en la acción es Rectitud (Dharma). El Amor como sentimiento es Paz (Shanti). El Amor como comprensión es No-Violencia (Ahimsa).”

Sathya Sai Baba

¿Cómo dejar de ser violentos?

Saliendo del modo automático y tomando conciencia. No podemos dejar de hacer algo que no sabemos que hacemos. Dando una mirada amorosa a todo lo que veamos. Nuestras palabras, pensamientos y acciones deben ser amor aunque continuamente te encontrarás con partes de ti que no serán así. Ahí abrázate muy fuerte porque no hacerlo, también sería violencia.

¿Podríamos decir entonces que todo lo que no es amoroso es violento? Sí. Trabajar el amor propio es el camino más corto para cultivar la no violencia y ser amorosos con los demás.

Trabaja tus miedos ya que éstos nos suelen mover a tomar decisiones que en muchas ocasiones no son buenas para nosotros o imponerle ciertas opciones a los demás. Y esta es una de las grandes verdades que en los tiempos actuales más violencia produce. Nos gobiernan y alimentan de miedo para tenernos dóciles, no conscientes. Cultivar el discernimiento es uno de los mayores actos de amor propio y no violencia que puedes regalarte.

Exprésate como eres, expande tu rareza y singularidad para no ser violent@ con tu esencia más pura. Recuerda que si expresas tu verdad desde el amor de tu corazón y con respeto, la violencia que puedan encerrar tus palabras será mucho menor. Aun cuando esto pueda ser no bien recibido por los demás.

Jamás deberemos combatir la violencia con armas o más violencia. Si no sabemos cómo hacerlo, será la invitación a buscar nuevas herramientas, ponerlas en práctica e inspirar a nuestro entorno. Nuestro gran referente histórico sobre esto es Gandhi.

Transformamos la violencia con observación, compasión y aplicando Dharma que es elegir la acción correcta aun cuando la venganza asome o ser violento parezca la única opción.

Quien puede ayudar a alguien violento (victimario) a transformar sus acciones mediante el amor, expresa un alto nivel de conciencia y compasión. Que es ese lugar de horizontalidad donde un ser ayuda a otro en sus procesos de vida. Porque todos estamos aquí, en la misma escuela para evolucionar. Cuando puedes trascender el acto violento en sí y ver esa petición de amor tras la persona, estás conectándote con el amor más elevado. Porque esa violencia, es un acto de petición de amor, y éste siempre es la respuesta. Pregúntate: ¿cómo puedo amarme y poner más amor en lo que está sucediendo?

La televisión es una inmensa fuente de violencia. Nuestro mundo habitualmente no nos aportan tanta información ni nos mezclamos con tantas situaciones violentas en nuestras vidas. (Esto no es aplicable a todo el mundo, por supuesto). Apágala o escucha y ve programas que fomenten valores positivos o al menos no te conecten con emociones malas o tristes. Muchas veces buscamos esos programas para consolarnos en el dolor ajeno en ese auto-engaño de: “no solo me pasa a mi” y también porque buscamos esperanza, salir de ello. “Si ellos pudieron, yo también.” Y entiendo perfectamente el fin de esos programas, aunque en muchas ocasiones falle la perspectiva. Reconozcámoslo: el morbo vende (entre algunos).

Y, ¿cómo limpiar tanta violencia grabada a fuego en nosotros? Para mí es maravilloso escuchar mantras, hacer Ho’oponopono, meditación. Busca y elije la herramienta que te conecte con la observación de esa violencia sin que te haga reaccionar y conectar con la aceptación y compasión para trascenderla. Sal a la naturaleza, re-conecta con lo sencillo.

La parte más difícil de este proceso es ver cuán violento somos nosotros. Cuanta violencia infringimos a los demás y nosotros mismos. Ser violentos y expresar esa violencia es parte de la exploración de nuestro poder, recuérdalo, aunque sea un intento bastante distorsionado de lo que somos.

La violencia que no podemos evitar

Existe un tipo de violencia que no podemos evitar: la que desconocemos. Ya sea por nivel de conciencia o incapacidad para cambiar hábitos, educación, cultura…

Todos mataríamos si fuera necesario para salvar nuestras vidas o la de un ser querido. Todos matamos hormigas y bichitos al caminar por la calle. Todos tenemos pensamientos violentos de forma casi automática. Procesos que sanar en los cuales nos vemos envueltos y a veces encerrados y no sabemos trascender.

¿Qué podemos hacer con esta violencia que a pesar del trabajo interno no podemos evitar? Debemos entregarla a Dios, la Vida, a esa fuerza superior que es todo amor y entiende perfectamente el punto del camino en el cual nos encontramos.

Elegir el respeto, el amor y la compasión siempre son salidas. De nuevo la pregunta: ¿cómo puedo amarme y poner más amor ante esta situación? La respuesta llegará, siempre llega. Y la reinterpretación de los hechos también.

¿Cómo cultivar la no-violencia en nuestras vidas?

Para finalizar te dejo un pequeño resumen junto a unas preguntas de reflexión para que cultives esta hermosa virtud. Me encantaría leerte y que nos compartieras tu visión y versión sobre ahimsa. Y por supuesto tus herramientas y desafíos trascendidos. Seamos inspiración.

Toma conciencia:

  • Observa toda la violencia que puedes ver a tu alrededor. No la juzgues, tan sólo obsérvala.
  • ¿Cómo se expresa la violencia en mi vida y en mi cotidiano? Ya nos referimos a la que nos afecta de un modo u otro a nosotros.
  • ¿Cómo soy violento conmigo mism@?
  • ¿Cómo permito que mi entorno sea violento conmigo?
  • ¿Colaboro en situaciones violentas? De nuevo sin juicio, todos somos violentos de un modo u otro.
  • Revisa la violencia que ha habido en tu vida y has sufrido. ¿Podrías decir que sacaste algún aprendizaje de esas situaciones?
  • ¿Cómo reacciono a la violencia en mi vida ya sea hacia mí u otros?
  • ¿Cómo puedo poner/actuar desde el amor en las facetas de mi vida donde ahora veo violencia ya sea resolviendo o suavizando?
  • ¿Dirías que tus pensamientos, palabras y acciones son amorosas o violentas? Nadie sabrá tus respuestas, así que date permiso para ser sincero.

Toma acción:

  • No acudas a eventos o lugares donde haya violencia de ningún tipo ya sea “deportivo” o lúdico (zoos, corridas de toros, boxeo…)
  • Deja de comer carne al menos un día por semana.
  • Revisa tus cosméticos y cambialos por otros que no sean testados en animales.
  • Cuando te encuentres teniendo pensamientos violentos hacia ti u otros, pide (a Dios, la Vida, Universo…) reinterpretarlo junto a la voluntad y fortaleza para transformarlo en algo más amoroso. Si no puedes, tan sólo entrégalo a Dios, al Espíritu para que Él lo transforme.
  • Ama, sin medida, con locura, exprésate y permite que otros lo hagan.
  • No aceptar ningún tipo de violencia en tu vida, poniendo límites, dejando relaciones, eliminando alimentos o sustancias nocivas y por supuesto no aceptando críticas ni juicios hacia ti mism@.
  • No permitas que nadie te adoctrine a través del miedo. Tómate tu tiempo para tomar tus decisiones y utiliza el discernimiento. Todos tenemos una fuerza y sabiduría inmensa en nuestro interior.

¿Necesitas ayuda con alguno de tus procesos? Puedo ayudarte, ponte en contacto conmigo y encontraremos la mejor forma.

Con infinito amor, Inma

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