Hace unas semanas acudí a un evento de abundancia maravilloso organizado por la Escuela Jung de Madrid.

La abundancia es un tema que a la gran mayoría trae de cabeza, ya que parece ocultar un misterio y unas reglas que solo unos cuantos afortunados en esta vida consiguen descifrar.

Cuando ya has acudido a varios eventos sobre este tema y conversado con muchas personas, entiendes que el secreto como tal no existe. Somos nosotros los que caminamos con un enorme velo sobre los ojos para no verlo.

Ya sabéis el dicho: el mejor sitio para esconder algo es dejarlo a la vista de todos.

Por lo tanto lo primero que he entendido, es que no existe ningún secreto, tan solo un montón de creencias (programaciones inconscientes) que nos hacen negarnos a nosotros mismos todo lo que la Vida desea darnos.

Esto puede parecernos algo sencillo o completamente desalentador. Porque ya sabemos lo que dicen: nuestro inconsciente es infinito… pero no nos rindamos, POSEEMOS TODAS LAS HERRAMIETAS QUE NECESITAMOS PARA NUESTRO CAMINO.

Recuerdo como una vez mientras meditaba, algo ocupada (ya que no voy a decir pre-ocupada) me llegó un mensaje alto y claro:

“Haz tu sadhana que de lo demás me ocupo yo. Será tan solo una consecuencia.”

Automáticamente entendí el mensaje. Se dice mucho que la abundancia, prosperidad, riqueza (y no voy a entrar en la diferencia de estas palabras) tienen que ver con nuestra conexión con la Divinidad, esa fuente infinita que nos provee a todos de todo lo que necesitamos en cada momento.

Es lógico que si haces tu sadhana, es decir tu trabajo de conexión con esa parte de ti, te alinees con esa fuente y automáticamente todo lo que desees llegue a ti.

Y no me refiero a que una enorme bolsa de dinero o el hombre de tus sueños llamen a tu puerta, sino que las acciones y decisiones que tomes en tu vida y los acontecimientos que lleguen a ti, te proporcionarán todos los medios para que llegue eso que deseas. ¿Fácil no?.

Tal vez de ahí esa asociación que todos de manera inconsciente tenemos entre la abundancia y el color dorado que representa esa parte Divina. (Y no el dorado de las monedas).

Antes de contarte las píldoras de sabiduría que me traje del evento, deseo contarte algo muy interesante que me pasó hace unos años durante una constelación.

“Haz tu sadhana que de lo demás me ocupo yo.”

LAS CONSTELACIONES DE ABUNDANCIA

Hace unos cuatro años mi amiga Carmen me invitó a ir a unas constelaciones de abundancia. 

Guau, pensé, ¿eso se puede constelar?. Pues parece ser que sí, que todo es “constelable”. Como era “mi primera vez” no podía constelar nada mío pero si podía representar, es decir ser parte de esa escena (sistema) que se reproduce en una constelación como algún elemento material o inmaterial, persona…

 Según llegamos, la guía del encuentro pidió un voluntari@ para el primer ejercicio y yo salté de la silla como un resorte. No tenía ni idea de lo que allí iba a suceder pero me apetecía mucho vivir la experiencia.

 Colocó un post it en mi nuca con algo escrito (el rol que representaba) y me dijo: ya está. ¿Ya está qué? no sabía que debía hacer. Así que me dejé llevar.

Las aproximadamente veinte personas que habían allí se levantaron y me rodearon (sin duda tenían más experiencia que yo). Algunas se acercaban a mi y me cogían de las manos para terminar abrazándome. Otros me abrazaban directamente y otros me miraban temerosos.

En ese instante, donde solo había presencia, yo sentía el deseo de acercarme y mirar a todos y cada uno a los ojos. 

Ese ejercicio fue mágico, y te recomiendo que lo hagas, a ser posible con desconocidos. (Por favor avísalos antes, no te acerques a la primera persona que veas por la calle).

Al unir mi mirada con esas almas podía sentir una profunda conexión. Algunas personas me evocaban un profundo amor, una inmensa paz. Otros en cambio me transmitían un miedo y un dolor increíbles. Sin salir de esa presencia, a la par que alucinaba de “todo lo que estaba sintiendo”, fui acercándome a todos y cada uno de ellos y ese sentimiento se volvió tan fuerte que solo desea conectar la mirada para terminar con un enorme abrazo.

Pude sentir un amor enorme por todas esas personas. Un amor similar al que pude experimentar en India en esos regalos de Vida que disfruté. Hubo un par de personas que se volvieron y me negaron ni siquiera la conexión visual, mientras que otros mantenían el contacto conmigo rozando mi hombro durante todo el ejercicio. Mi sentimiento de amor hacia ellos no variaba hicieran lo que hicieran.

 Después de un espacio de tiempo donde todos interaccionamos, la guía del encuentro no pidió que nos sentáramos, quitó el post it de mi nuca y lo arrugó.

 -¿Qué ponía?- le pregunté. ¿Quién era?

-¿Quién crees tú que eras?

-El amor.

-Y, ¿por qué crees que eras el amor?- me preguntó con cierta cara de asombro.

– Porque es lo que he sentido hacia todas las personas, incluso por las que no se acercaron. Sentí compartirme con todos de una manera intensa y abundante. Deseaba abrazarlos y rodearlos de amor. Fluir hacia ellos.

– Eras el dinero…me respondió.

 Aquella respuesta me dejó atónita. Aquel día entendí que el dinero tan solo es una energía que desea fluir hacia nosotros de manera abundante y continua. Que nos ama, y que es pura, sutil, noble e infinita.

El dinero tan solo es una energía que desea fluir hacia nosotros de manera abundante y continua. Que nos ama, y que es pura, sutil, noble e infinita.

EL EVENTO EN LA ESCUELA JUNG

Durante tres días estuve escuchando ponencias maravillosas y compartiendo con más de un centenar de personas sobre abundancia, prosperidad y secretos de riqueza. Ejercicios que te hacían destapar esas creencias que te limitan para luego transformarlas.

Algunos ejercicios eran más metafísicos para conectar con esas creencias (y me recordaron mucho lo que viví en la constelación), otros más prácticos de inteligencia financiera para ayudarnos a gestionar esa energía una vez materializada.

En un momento del segundo día nos pidieron que conectáramos con nuestros sueños (de nuevo) y esta vez tan solo me llegaban dos cosas, una de ellas era viajar. Grandes viajes se agolpaban en mi mente visualizando lugares como Machu Pichu, Tailandia y Bali. Me pregunté por qué deseaba viajar y me respondí que deseaba hacerlo no solo para nutrirme del lugar sino para tener experiencias.  Ya que sé que es a través de la experiencia (la toma de acción) que nuestra alma crece y se expande.

La experiencia es la que me nutre e inspira para crecer, discernir sobre la realidad que me lleva a conectar con la sabiduría de la vida y también a escribir desde el corazón sintiéndome profundamente feliz. Deseaba viajar y escuchar gentes de otros lugares lejanos y me compartieran sobre ellos y sus vidas.

En ese instante algo hizo click en mí y entendí que no era necesario viajar a lugares lejanos para nutrirme de eso que deseaba. Que no vibrara (me sintiera) en carencia hasta que esos grandes viajen aparezcan en mi vida.

¿Acaso no llevaba casi dos días compartiendo con personas de diferentes países y escuchando historias inspiradoras que me nutrieron profundamente? ¿Acaso ese no era un sueño hecho realidad? ¿Acaso no podía seguir nutriéndome de experiencias cada día al salir al parque con mi hija y dejándome abrazar por la vida?

Abundancia es lo que somos.

Un estado mental que engloba multitud de facetas en nuestras vidas (materiales e inmateriales). Pero que muy probablemente hasta ahora nadie nos ha dicho que éramos, al contrario. Nos hemos criado rodeados de memorias de carencia que nos han hecho creer que es así. Debemos cuestionarnos continuamente quienes somos y por qué creemos lo que creemos. De ahí que para mí, una de las claves de la abundancia sea el auto-conocimiento.

Debemos sentirnos primero abundantes por dentro, para poder manifestarlo fuera.

Cuando reconoces esto, te conectas con la grandeza de la vida, sientes un profundo agradecimiento y este estado a su vez eleva tu vibración hasta colocarte “más cerca de Dios” y por lo tanto en el lugar perfecto para que  “Él se ocupe de ello y sea una simple consecuencia”.

Liberada de esa memoria de carencia y sintiéndome más abundante que unos instantes antes, conecté con el profundo deseo de seguir conectando con mis dones y talentos. Esos que nos hacen vibrar bien alto.

 Nos recalcaron temas básicos que ya conocía de mi estudio sobre leyes universales. Aunque ya conocía muchas de las cosas que me dijeron, si no estaba aún manifestando la vida de mis sueños en su máxima expresión (aunque cada día me siento más bendecida que el anterior) es que algo (o muchas cosas) aún no estaban integradas.

Estos encuentros, esa energía tan fascinante y empoderadora que mueven y el sentir que te estás ocupando de ello. Conectar con personas que vibran igual que tú te ayudan a seguir el camino con más fuerza.

Podemos haber escuchado cien veces una cosa, pero un día sin saber por qué vuelves a oírla y es esa “la ciento una” que te hace el click mágico para el cambio de perspectiva.

Nada había cambiado en ese momento, mi vida, mis expectativas y mi cuenta bancaria eran las mismas, pero sin duda yo no. Mi perspectiva sobre quien soy y lo que “tengo” habían cambiado profundamente. Me sentía tremendamente abundante.

Lo que de verdad importa es qué queremos, y que lo expresemos “con vehemencia” al Universo, que nos enfoquemos siempre en nuestro sueños (si sentimos que no tenemos uno “nos lo inventamos”), quitemos nuestra atención de lo que no deseamos (para esto debemos entrenar la mente) y fluyamos con los acontecimientos que la vida nos traiga. ¿No fue así como terminé en India teniendo una de las experiencias más transformadoras y abundantes de mi vida?

En el tiempo que ha transcurrido desde el taller he manifestado un montón de cosas maravillosas: he recibido dinero de manera inesperada, he disfrutado de experiencias fascinantes de forma totalmente gratuita, y hasta he conocido personas de gran referencia para mi como es Julio Bevione, autor de doce libros y conferencista espiritual  y residente en Miami.

Durante el evento Nati, la directora de la escuela nos contó algo. Un día pidió con “vehemencia” una prueba irrefutable de que era capaz de manifestar sus sueños y ¡que lo quería ya! (Se encontraba en un momento que ella sentía como una encrucijada).

El lunes después del evento y de haber tenido una energía súper elevada durante todo el fin de semana, sentí un poco de bajón “al volver a mi día a día”. Recordé esas palabras, conecté con esa Fuente que de todo me provee y le dije: necesito una prueba irrefutable de que puedo manifestar mis sueños y ¡lo quiero ya!

Unos días después estaba merendando con Julio Bevione en Madrid en un lugar maravilloso rodeada de mujeres empoderadas nutriéndome de experiencias que me inspiraban en cada respiración. Una escena igualita a “la vida de ensueño” que deseo, se me merezco y a la que cada día encamino mis pasos.

Tengo que admitir que ha habido momentos que mis sueños (proyectos cumplidos) parecían tan lejanos como el argentino Julio Bevione afincado en Miami, pero si en tres días podía tenerlo tan cerca como para darle un abrazo, y disfrutar de esa tarde tan mágica, sin duda todos mis sueños son posibles.

El último y casi más importante secreto sobre abundancia que deseo entregarte es el siguiente: no dejes jamás de soñar.

Con infinito amor, Inma.

error: Content is protected !!
Share This